Cerca
de las siete de la noche del miércoles 26 de octubre del 2016 en el
corazón de Manzanillo: El Hombre, de tez oscura, ropa desordenada y
sucia, pelo revuelto y mirada torva, se acerca martillo en mano a la
entrada de la Tienda Recaudadora de Divisas de la calle Martí Esquina a
Maceo. Habituales en ese corredor, vendedores furtivos y motoristas
fundamentalmente, lo conminan a estarse tranquilo, a no golpear la
puerta de vidrio. Uno de ellos se le enfrenta y lo persuade. Desde la
tienda alguien llama a la policía.
Unos
minutos después, feligreces de la parroquia católica esperan el inicio
de la misa. El hombre, a las claras bajo los efectos de alguna droga,
amenaza con golpear con el martillo uno de los portones del templo y
romper las reliquias. Escandaliza. Profiere todo género de vulgaridades y
blasfemias. No se detiene ante niños, ancianos, mujeres.
Resulta
un espectáculo divertido para algunos apostadores que a esa hora
quedan en la esquina de las calles José Miguel Gómez y Maceo, lugar
donde habitualmente, y a la vista de todos, indisciplinan y cometen sus
ilegalidades
Un laico llama a la policía. Alguien se lo dice. El hombre se aleja hasta la esquina del 1906.
Más
de hora y media después, ya terminada la misa, vuelve el hombre al
portón de la iglesia, esta vez con un hacha pequeña, y golpea.
Vuelven a llamar a la policía.
Han pasado más de dos horas desde que se denunciara el primer intento de agresión a la tienda, cuando al fin lo detienen.
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