Ahora parece que el problema es meramente de simbolismos, y no de esencias.
Esta mañana, en el blog de Fernando Ravsberg,
leí un comentario acerca de un artículo en el cual se advertía sobre
la tardanza del gobierno cubano en autorizar la visita de ciertos
cruceros turísticos. Según el subscriptor, la causa de la demora estaba
en que el gobierno debía evaluar los riesgos de la guerra cultural y
simbólica que nos hacen desde los centros imperialistas.
Bien sé
que la burocracia es altamente eficiente en generar chivos expiatorios, y
que en Cuba tenemos todo un sistema ideo-político vinculante entre la
desidia estatal y las agresiones exteriores, que cada año llega a su
climax propagandístico alrededor de la fecha en que en la ONU se discute
acerca del bloqueo.
Sí, las afectaciones económicas propiciadas
por el bloqueo estadounidense a la economía cubana, son una realidad y
no las cuestiono. También sé que la ideo-política oligárquica es
altamente eficaz en reinventarse fundamentaciones conceptuales a su
dinámica de egoismo y expoliación a los pobres.
Pero no puedo dejar
de pensar en nuestros girovagantes, esos arribistas que, desde sus
autos pagados por el pueblo y no por la herencia de sus ancestros ricos
ni su propia iniciativa capitalista, andan desde la superioridad que les
da su supuesta fidelidad absoluta a la Revolución y, cuando la cosa se
les pone fea, saltan el charquito y se convierten en más
anti-revolucionarios que los mismísimos batistianos, o de pronto emergen
como nuevos ricos, como si uno se tragara el cuento de que lograron la
plata son su salario de cuadro revolucionario.
He ahí la esencia
que me pone a pensar, que me hace cuestionar si nuestra sociedad, la
cubana, no está teniendo un fallo sistémico de valores motivado por esa
fatal combinación del síndrome de plaza asediada con el síndrome de la
infabilidad promovido por la ideologética del invicto comandante, del
que nunca se equivocaba, por más que él mismo reconociera en múltiples
entrevistas que es un ser humano como todos.
Una cuestión, quizás
la cuestión esencial, salta a la vista. el reduccionismo conceptual con
el cual nos acercarnos desde el punto de vista pragmático a los
símbolos, que es en un final de lo que se trata..
Desde Aristóteles
se sabe que un símbolo o sistema de símbolo es cualquier objeto, o su
representament, que en determinado contexto, y asociado ha determinada
construcción cultural, adquiere relevancia social. De manera que a mi me
parece una tontería reduccionista y epidérmica hablar a estas alturas
del campeonato de ¨guerra de símbolos¨ o ¨enfrentamiento a símbolos de
poder¨ etc. Si durante las décadas del sententa, el ochenta y el noventa
en nuestras universidades y centros de formación política se hubiera
estudiado en serio teoría de la comunicación y semiótica, y no todo
aquel manualismo tendencioso y fascistoide soviético -basado en Ortega y
Gasset y Goebbels-, si los estudiosos de la comunicación y los
ideólogos de este país hubieran profundizado en las Teorías Críticas y
los estudios culturales, si no hubiéramos comido tanta pizca de gallo,
ahora nos daríamos cuenta de que ya no se trata de meros simbolos o
simbolizaciones, como herramientas de enfrentamiento idelógico, sino de
que el capitalismo, los ideólogos capitalistas, mientras nosotros
seguíamos bobeando con actos que hacen bostezar, ¨galas político
culturales¨ llenas de errores técnicos y tonterías, matutinos y
vespertinos en las escuelas como póstumo homenaje al más absurdo
¨realismo¨ soclialista, aquellos se reinventaban virtualmente haciendo
uso de las artes y los audiovisuales, algo que ya desde Lotman, Fabri y
Adorno se venía anunciando.
La fuerza de un proceso de
simbolización, su poder persuasivo, está en los valores asociados que
éste tenga desde el punto de vista ético y estético, o sea, CULTURAL y
no reducidamente ideo-político, lo cual hace casi un siglo lo anunció
Maletzke, y solamente los directivos de la radio y la televisión en
Cuba, y muchas instituciones culturales y educacionales, incluyendo
quienes le dirigen desde el Partido, lo desconocen al promover bodrios
que nada tienen que ver ni con las raíces culturales, ni con categorías
éticas ni estéticas. . La relación del individuo con el uso simbólico
-individuo, no masa tonta que necesita ¨la papilla ideológica¨, como ha
sido hasta ahora-, se sustenta en valores que se crean desde la
educación familiar, el ejemplo de los maestros, la moral de los
dirigentes, las raíces culturales y la coherencia entre el discurso y la
praxis, asuntos que tenemos en profunda crisis en nuestro país.
Aquellos, los imperialistas, los oligarcas, podrán ser profundamente
egoístas, podrán ser asesinos de niños del tercer mundo, podrán ser
supremamente ambiciosos pero SON COHERENTES con su ideología, con la
defensa a ultranza de su capital. Noostros estamos llenos de gente que
por el día dicen un discurso patriótico en un acto político, y por la
noche se duermen soñando con irse a pasear en un yate de lujo por el
mediterráneo al compás de la música de Willy Chirino.
El mismo tipo
que a mi me cuestionaba en Radio Granma poner al aire música de Ray
Fernández y Frank Delgado, dedicada los primeros veinte minutos de cada
consejillo que dirigía, en una emisora de radio de la Revolución, a
mostrar su admiración por ¨La Belleza Latina¨ o los autos más caros del
mundo...
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